jueves, 31 de enero de 2008

La decada de los 30

Señoras y señores hoy voy a revelar un dato importante de mi vida...chantachan!!!!

Tengo 31 años y me encuentro estupendamente conmigo misma.
Ahí es nada!!!

Parece ser, resulta, que en la década de los 30 es cuando uno más se conoce, sabe lo que quiere o lo que no quiere y es cuando empieza a disfrutar de uno mismo. Estás de vuelta de muchas cosas, te importa un bledo que te clasifiquen de tal o cual, según lo que pienses o hagas. Tú ya tienes la vida encarrilada más o menos y no dejas que nadie te tosa o vacile...eso pasó a la historia.

Ahora eres dueño de tu vida al 100 %, tu decides donde ir, que hacer y con quien. Queda mucho que andar pero la diligencia la conduces tú y sólo tú. Así que subiros que arrancamos, próximo destino...el que nos depare la vida, dejaros sorprender.

miércoles, 16 de enero de 2008

Autismo

Estoy leyendo un libro sobre un niño autista, libro muy conocido, “El curiós incident d’un gos a mitjanit” de Mark Haddon. Libro el cual catalogaría de transición (de los que no te dejan mucha huella, pero está bien), fácil de leer y ameno.

Bueno a lo que iba, que siempre me enrollo. Resulta que los autistas cuando reciben demasiada información del exterior que no pueden asimilar, sufren un proceso mental bastante curioso y es que su cerebro desconecta del mundo por unos instantes y pasado el tiempo vuelve a conectarse al mundo real.

Este fenómeno me parece muy interesante, porque siempre he pensado que tendríamos que tener un botón por el cual cuando nos interesase pudiésemos desconectarnos y volvernos a conectar cuando nos diese la gana. Gracias a esto nos evitaríamos muchos episodios innecesarios de nuestra vida y no seriamos unos seres tan traumados o marcados por nuestras vivencias y quizá más felices.

Reflexión surgida anoche mientras leía el libro…

jueves, 10 de enero de 2008

TERCER DIA

Este día amaneció con un poco de resaca, apuramos la dormida hasta las 9:30, nos duchamos y salimos sobre las 10 de la mañana hacia la estación de metro donde decidimos desayunar ya que no llegamos al desayuno del hostel.

Como Milán ofrecía poco más que ver, decidimos irnos al lago de Como, que nos habían dicho que era un lugar muy bello y recomendable. Cogimos el tren que te lleva a dicha localidad, el trayecto es de una hora desde Milán y la verdad es que me quedé muy sorprendida de una señora que entró al tren con su perro y más sorprendida cuando pasó la revisora y la señora le enseñó dos billetes uno suyo y otro del perro. Estos italianos son muy civilizados.

Llegamos a Como, el tren te deja en el mismo centro del pueblo, a unos metros del lago y cuando digo lago no estéis imaginando un charco grande como los lagos que pueden haber en España, este lago es enorme, se tarda unas dos horas en barco en atravesarlo y un trozo del lago es de Italia y el otro es de Suiza. Ya nos habían dicho varias personas que George Clooney tiene una casa allí, nosotras en parte también fuimos por si cosas del destino, nos encontrásemos con él, se enamorara de nosotras nada más vernos y pasásemos al ipso facto a ser ciudadanas de Como, en menos que canta una gallo, renunciando a nuestra Bétera natal sin ningún tipo de miramiento. La causa bien lo vale. Pensábamos que allí no habrían muchas casas y que todo el mundo sabría cual es la de George, pero la realidad, como siempre, supera a la ficción, y en el lago hay miles de casas y nadie sabe muy bien donde la tiene.
El lago está rodeado de montañas con bosques muy frondosos, que están estupendos en otoño, predominaba el verde y el marrón entre sus hojas haciendo el paisaje muy otoñal, como de postal. Decidimos hacer un paseo en barca después de comer ya que eran las 13 hora de comer en Italia y en nuestro estómago. Nos decantamos por uno de los mejores restaurantes del lugar, en una calle muy céntrica y con unas vistas a la plaza y al lago espectaculares, ni nos planteamos el precio de la comida, el lugar bien lo valía, así que nos adentramos en el restaurante y pedimos la especialidad de la casa, menú Big Mac con patatas y coca-cola grande para mí y menú Big Mac con patas de luxe para Amparo. Fue una comida fastuosa e impresionante, lástima que en Valencia no existan restaurantes de esta índole, iríamos muy a menudo, porque tampoco es tan caro y además un día es un día y si había alguna posibilidad de encontrarse a George seguro que era en ese restaurante, por tanto no fue derrochar, fue una inversión.

Después de tan magna comida realizamos una visita por el pueblo, que es uno de estos pueblos con encanto, visita al Duomo, garbeo por las tiendas…y directas a hacer cola para comprar los billetes del barco que nos llevaría un pueblo que hay en medio del lago que según la guía era muy bonito y digno de nuestra presencia. Al llegar a la taquilla la señora muy amable nos dijo que eran 8 euros sólo la ida y que tardaba 45 minutos en llegar, así que decidimos cambiar de planes y coger el típico barco de turistas que te lleva a dar una vuelta por el lago parando en 5 sitios para que te puedas dar una vuelta. Visto está que no se puede una salir de lo estipulado, nada de rutas alternativas, barquito de turistas y punto. Pues eso, fuimos con la barca parando en dos sitios muy bonitos y paseando por sus calles en las que parece que el tiempo corre de una manera más lenta y las palabras prisa y estrés no existen, el olor a humedad lo invadía todo, bien cierto era que estábamos al lado de un lago. Remanso de paz, demasiada paz, por no pasar no pasaba nada, ni la gente.
Regresamos al pueblo tras nuestra aventura en barco y decidimos zambullirnos en la marea de gente que transcurría por las calles, calles abarrotadas de gente, lo cual le daba un ambientazo al pueblo de morirse, pena de no haberlo sabido y nos hubiéramos quedado esa noche allí. Tras nuestro paseo por las calles de Como contemplando los escaparates de las mejores tiendas de marca regresamos a la estación dispuestas a coger el tren de vuelta a Milán, eran las 17:30 y completamente de noche, allí oscurece antes.
El tren merece un comentario por mi parte, ya que era clásico, clasiquísimo, y no quiero decir con esto que era viejo, sino que pese a lo antiguo que era, funcionaba perfectamente. Para que os hagáis una idea a mi me recordó a trenes de principio del siglo pasado como en las novelas de Agatha Christie, rollo Orient Express, asientos acolchados de terciopelo rojo, ventanas que se suben y bajan con pasadores de madera algo muy exótico, era como el trenes que antes iba a Bétera, “el trenet”, pero restaurado. Era muy cómodo pues nos pegamos una sobada de no te menees.

A la llegada a Milán sobre las 6 de la tarde decidimos ir a tomar “i aperitivi”, como no, al barrio de Brera, un barrio muy bonito rollo barrio del Carmen. La verdad es que había mucho ambiente por la calle, porque como es sabido en Italia no se puede fumar en ningún sitio excepto en la calle, así que los bares montan terrazas para que la gente tome algo y fume a la vez, aunque allí hace más frío que aquí pero como no hay humedad te abrigas bien y santas pascuas. El cansancio hizo mella en nosotras así que pese a ser sábado no fuimos al hostel a las 8.

A nuestra llegada al hostel nuestra sorpresa fue mayúscula al ver que en nuestra habitación no había nadie ni la “bella durmiente”, superguay, íbamos a montar una fiesta del pijama Amparo y yo, que diver. Pero de repente mientras planeábamos que hacer en la fiesta del pijama, apareció ella “la bella”, así que ni fiesta ni na de na a dormir y punto, eran las 22 horas de un sábado 3 de noviembre y estábamos roncando, que fuerte me parece, me da hasta vergüenza escribirlo, pero este relato se debe de ceñir a la realidad que no fue otra nada más que esta. Triste pero cierto.

Al día siguiente nos levantamos prontito, duchita, hacer la maleta, desayuno y a la calle con la maleta a rastras. Esa mañana hasta la hora de comer la íbamos a dedicar a pasearnos por las mejores tiendas de Milán esas a las que a menos que nos toque la lotería nunca vamos a entrar. Así que hicimos “escaparating”, que debe de ser una actividad muy propia de Milán ya que todo lo allí vendible es inalcanzable para los bolsillos humanos. Así que con la maleta a cuestas vimos los escaparates de Armani, Valentino, Gucci, Prada, Dior, Louis Vuitton,…etc, y casi todas las tiendas estaban abiertas aún siendo domingo.

A la hora de comer estábamos en Malpensa, aeropuerto Milanés, el vuelo salió con retraso, pero casi lo preferí porque ello me permitió permanecer en la sala de embarque más tiempo contemplando todo lo que allí se cocía. Nunca pensé que una sala de espera de un aeropuerto pudiera dar tanto de sí. Lo único que hice fue limitarme a observar a la gente que allí estaba y la verdad me lo pasé como una enana, por allí circularon desde novios pasteleros de esos que no se despegan ni con agua, niños haciendo carreras de carro, mujer roncando en estéreo, hasta macizos gritando por el móvil, y todo esa película sin moverte de tu sillón de la sala, ni en los mejores cines…el resto ya lo sabéis, vuelta a la realidad que no es moco de pavo.


FIN

miércoles, 9 de enero de 2008

SEGUNDO DIA

Despres de uns dies ecric el segon dia, per fi:
El segundo día nos levantamos, duchita en los baños, lugar social del hostel, ya que en él te encontrabas todas las mañanas con las chicas de tu piso. El personal de larga estancia, como nosotras, vimos pasar a mucha gente de todo tipo, forma, color y manera por ese baño.
En ese preciso momento se produjo un acontecimiento mundial, la “Bella durmiente” entró por la puerta del baño, por fin supimos que tenia vida que hacia otras cosas aparte de dormir, nos saludo con un ligero golpe de cabeza y enseguida comprendimos que no iba haber ningún tipo de comunicación con ella, puesto que era muy, pero que muy extranjera, pelirroja, blanca de piel, cuyo único idioma de comunicación es el inglés, ese que tan fluidamente hablamos tanto Amparo como yo. Así que nuestra relación se basó en unos saludos con un leve alzamiento de barbilla que querían decir: “Hola”, para ella “Hi”.


Hoy tocaba visitar el castillo de los Sforza, que es una fortaleza que sirvió de casa a esta noble familia, que eran los amos y señores de Milán. Este castillo tiene un parque muy bonito, por el que paseamos y disfrutamos de la ciudad milanesa. De aquí nos dirigimos caminado a la iglesia de Santa Maria delle Grazie, donde se encuentra la última cena de Da Vinci, no pudimos entrar ya que había que reservarlas con semanas de antelación puesto que con todo el rollo del código Da Vinci está a tope.

La iglesia estaba cerrada así que decidimos integrarnos en la vida italiana e ir a comer a las 13h, como ellos. Si es que a nosotras nos dejas dos días y volvemos hechas unas milanesas de pro, con los usos y costumbre típicos aprendidos, sino fíjate como todos los días hacíamos “i aperitivi”, si es lo que yo digo: “Allá donde fueres haz lo que vieres”.
Por la tarde volvimos a visitarla por dentro, Amparo se emocionó haciendo fotos y agotó la batería de la cámara, menos mal, porque sino tendríamos doscientas fotos de cada iglesia, monumento o edificio de la ciudad. No es por criticar, que también, sino por contaros fehacientemente lo que allí ocurrió.

Una vez logré sacarla de la iglesia nos dirigimos por el camino que marcaba la guía hacia Navigli, este camino era un paseo por lugares con encanto de la ciudad donde destacaban viejos y señoriales edificios. Cual fue mi sorpresa que caminando por este barrio me encontré con la plaza Escrivá de Balaguer y al principio me sorprendió que un español tan ilustre como el fundador del Opus Dei tenga plaza en Milán, pero luego caí que en Milán son más de derechas que…Acebes.
Llegamos a la calle que conducía a Navigli y para mi sorpresa estaba llena de tiendas, pero de las que si se puede entrar y hasta comprar porque el precio era asequible al maltrecho bolsillo nuestro. Así que como buenas pretty woman entramos a casi todas las tiendas, Amparo hasta se probó 20 pares de zapatos y se compró unas botas, a mi me venia todo torcido, estaba cansada y no era mi día, aunque reconozco que estuve apunto de comprarme unas botas altas, pero enseguida la idea se me esfumó de la cabeza cuando di la vuelta a las botas y vi el precio, que aunque asequible era pasta y no precisamente de la de comer.

Yo no soy una pretty woman al uso, igual si me hubiera acompañado un Richard Gere que me lleve las bolsas y me pague las compras me hubiera hecho el ánimo y me las hubiera comprado.
Como todo esfuerzo tiene su recompensa, al final de la calle había una hermosa terracita, y encima era la hora feliz o Happy hour o i aperitivi, así que como buenas milanesas que ya nos considerábamos, nos sentamos a hacer lo propio. Este bar si tenia un buffet de comida como Dios manda, rissoto, pasta, pizza, ensaladas…de todo y claro la curiosidad nos picaba con lo que intentamos probarlo todo, más que nada para luego dar la opinión de cómo estaban las tapas italianas, bueno que os tengo que contar que no sepáis de nuestra gula.

Tras preguntar donde podríamos ir a tomarnos una copa en algún sitio ambientado, con italianos dignos de ver y gente divertida, nos dirigimos al sitio acordado y cual fue nuestra sorpresa que estaba lleno de bares con unas mesas enormes llenas de tapas, así que dimos un garbeo para ver cual merecia nuestra presencia y nos decantamos por uno, que tenia toda la barra llena de cabo a rabo de comida. Nos sentamos, pedimos los combinados y pasacalle hacia la barra para cargar alimentos.

Fue en este bar donde tuvimos el honor de compartir i aperitivi con Quelo de Milán, un chico que se parecía un montón a él y con Jose de Casinos de Milán, que este si que era calcadito a Jose. Evidentemente no les hicimos una foto porque haber como le explicas que quieres una foto de ellos porque se parecen a dos amigos nuestros y encima siendo italianos que la segunda frase que te dicen es que se han enamorado de ti y la tercera que quieren casarse contigo. Descartamos la idea en seguida.

Tras unos cuantos aperitivis y en vista de que el panorama no estaba muy boyante, decidimos regresar al hostel con una castaña importante. Tomamos un taxi porque el metro ya cerró y el buen taxista nos llevó inmediatamente al sitio, conocía el hostel sobradamente, ¿Por qué será?.
Una vez llegamos al hostel comenzamos nuestro ritual de irnos a la cama, abre la taquilla, saca la maleta, saca el pijama, la bolsa de aseo, etc, guarda la maleta, vete la baño a cambiarte, lavarte los dientes, etc, abre la taquilla, saca la maleta, mete la ropa que te has quitado, cierra la maleta, cierra la taquilla, y por fin ya te puedes ir a dormir. Así que eso hicimos, entramos en la habitación, todo el mundo dormía, incluso la bella durmiente, y cuando emprendía la escalada mi cama me doy cuenta que de nuevo no tenia las sabanas, “me cagüen tó lo que se menea” pensé. Así que recluté a Amparo para mi causa y las dos cogiditas de la mano y haciendo más eses que Fernando Alonso bajamos en pijama, nuevamente a la recepción a por unas sabanas. Esta vez no habían adolescentes mirones, esta vez no había nadie, eran las dos de la mañana, con lo que como pude me hice la cama, escalé por ella y me quedé frita en cuanto toqué la almohada….CONTINUARÁ