Señoras y señores aquí comienza el relato de un viaje a París, la ciudad del amor.
Todo comenzó cuando las princesas aterrizaron en tan majestuosa ciudad, ciudad a la altura de estas nobles damiselas, procedentes del ducado del "camp del turia".
Pues bien, las damiselas se las prometían muy felices hasta que aterrizaron en París y maleta en mano dieron multitud de tumbos hasta encontrar el "hostel", los lacayos habían decidió dejarlos en palacio e ir a París en plan barato, sin séquito, para experimentar una nueva aventura, por lo que tuvieron que cargar con su propio equipaje escaleras arriba y abajo por el suburbano parisino.
Una vez llegaron a los aposentos, los cuales se encontraban en un palacete no muy lujoso en el extrarradio parisino, deshicieron su equipaje y se dispusieron a dormir, al día siguiente les esperaba la ciudad del amor.
Comenzó el día de buena mañana, las princesas estaban entusiasmadas y con muchas ganas de ver la ciudad, todo el mundo les había dicho que París es una de las ciudades más bellas y ellas estaban exhaustas por comprobarlo.
La primera parada fue la compra de un billete que las llevaría en carruaje por todo París, pues tenían idea de ver lo máximo posible y este medio de trasporte subterráneo que tiene París era el más idóneo.
Su primera visita fue la torre Effiel, símbolo parisino donde los haya. Después de 50 o 60 fotos desde todos los ángulos decidieron buscar el comienzo de una inmensa cola para ascender a lo alto de la famosa torre. Parece ser, que todos los príncipes y princesas de lejanos reinos habían decidido congregarse allí para subir a la torre y las colas para tal evento eran interminables, por lo que las princesas decidieron continuar el recorrido parisino y volver otro día a visitar la torre.
El recorrido continuó por el trocadero, justo en frente de la torre, para desde allí coger el metro hasta el arco del triunfo, donde se tiene una vista exquisita de los campos eliseos por un lado y "la Defense" por el otro, es una mirada al París clásico, el de los palacios, príncipes y princesas y otra al parís moderno, el de centro financiero y capital de Francia. Las dos "parises" se dan cita en ese punto.
Como el día estaba claro, decidieron dar un paseo por los Campos Eliseos, hasta que el cansancio hizo mella en nuestras nobles princesas y decidieron coger un coche de caballos, de estos modernos que van por bajo de tierra y recorren París, que les llevaría a la plaza de la Concordia donde el obelisco domina el centro de la plaza y grandes edificios señoriales lo rodean, esta plaza es un ejemplo clarísimo de lo que es París, grandes espacios donde cohabitan opulentos palacios y símbolos arquitectónicos de muy magna opulencia, pero que todos ellos en conjunto hacen que en París se respire un ambiente señorial del siglo XVIII, en el que cualquiera se siente una Maria Antonieta o un Napoleón cualquiera.
De ahí pasaron a los jardines de la Tulleria, pedazo jardines donde Josefina, la de Napoleón, paseaba por ellos, bueno más que pasear podía perderse incluso hacer alguna excursión. Al final de estos jardines se encontraba el palacio de Napoleón, hoy convertido en el Louvre, pedazo palacio, el de nuestras protagonistas se queda a la altura del betún para que os hagáis una idea cualquiera de nuestros palacios de 80 o 90 metros cuadrados es una simple habitación del majestuoso palacio, convertido hoy en el museo más grande del mundo "el Louvre".
Las princesas decidieron aposentarse en un rincón de los jardines de la Tulleria para deleitarse con algún manjar, pues era la hora de la comida y el trajín les había abierto el apetito, tras reponer fuerzas decidieron emprender la marcha por las orillas del Sena las cuales están plagadas de libreros.
El Sena, río vertebrador de París, sin él París no seria lo que es. El Sena es un río mágico, por él pasan miles de barcos y lo atraviesan miles de puentes que piden un receso en el camino para contemplar sus vistas desde ellos, cualquiera de todos es bueno para tomar una foto.
Nuestras protagonistas terminaron la tarde en el barrio latino, tomando unas cervezas, barrio donde el bullicio es constante y sus calles están llenas de gente venidas de todos los reinos imaginables. El ambiente del barrio latino les atrapó y decidieron hacer de él su centro neurálgico de cerveceo y cenita.
Por la noche como es costumbre en París, el batonbus, barco que las paseó por el Sena admirando "París la nuit", impresionantemente bella, más si cabe que por el día, desde luego si algo tiene París es encanto y te aseguro que te enamoras de ella desde que llegas y el paseo en el batonbus, es el sumum del enamoramiento parisino.
PARIS JE T'AIME
Para ser el primer día no estuvo nada mal, nuestras protagonistas vieron París a fondo y regresaron a sus aposentos cansadísimas de observar tanta belleza y majestuosidad, por lo que cayeron rendidas nada más apoyar sus cabecitas sobre las almohadas.
Todo comenzó cuando las princesas aterrizaron en tan majestuosa ciudad, ciudad a la altura de estas nobles damiselas, procedentes del ducado del "camp del turia".
Pues bien, las damiselas se las prometían muy felices hasta que aterrizaron en París y maleta en mano dieron multitud de tumbos hasta encontrar el "hostel", los lacayos habían decidió dejarlos en palacio e ir a París en plan barato, sin séquito, para experimentar una nueva aventura, por lo que tuvieron que cargar con su propio equipaje escaleras arriba y abajo por el suburbano parisino.
Una vez llegaron a los aposentos, los cuales se encontraban en un palacete no muy lujoso en el extrarradio parisino, deshicieron su equipaje y se dispusieron a dormir, al día siguiente les esperaba la ciudad del amor.
Comenzó el día de buena mañana, las princesas estaban entusiasmadas y con muchas ganas de ver la ciudad, todo el mundo les había dicho que París es una de las ciudades más bellas y ellas estaban exhaustas por comprobarlo.
La primera parada fue la compra de un billete que las llevaría en carruaje por todo París, pues tenían idea de ver lo máximo posible y este medio de trasporte subterráneo que tiene París era el más idóneo.
Su primera visita fue la torre Effiel, símbolo parisino donde los haya. Después de 50 o 60 fotos desde todos los ángulos decidieron buscar el comienzo de una inmensa cola para ascender a lo alto de la famosa torre. Parece ser, que todos los príncipes y princesas de lejanos reinos habían decidido congregarse allí para subir a la torre y las colas para tal evento eran interminables, por lo que las princesas decidieron continuar el recorrido parisino y volver otro día a visitar la torre.
El recorrido continuó por el trocadero, justo en frente de la torre, para desde allí coger el metro hasta el arco del triunfo, donde se tiene una vista exquisita de los campos eliseos por un lado y "la Defense" por el otro, es una mirada al París clásico, el de los palacios, príncipes y princesas y otra al parís moderno, el de centro financiero y capital de Francia. Las dos "parises" se dan cita en ese punto.
Como el día estaba claro, decidieron dar un paseo por los Campos Eliseos, hasta que el cansancio hizo mella en nuestras nobles princesas y decidieron coger un coche de caballos, de estos modernos que van por bajo de tierra y recorren París, que les llevaría a la plaza de la Concordia donde el obelisco domina el centro de la plaza y grandes edificios señoriales lo rodean, esta plaza es un ejemplo clarísimo de lo que es París, grandes espacios donde cohabitan opulentos palacios y símbolos arquitectónicos de muy magna opulencia, pero que todos ellos en conjunto hacen que en París se respire un ambiente señorial del siglo XVIII, en el que cualquiera se siente una Maria Antonieta o un Napoleón cualquiera.
De ahí pasaron a los jardines de la Tulleria, pedazo jardines donde Josefina, la de Napoleón, paseaba por ellos, bueno más que pasear podía perderse incluso hacer alguna excursión. Al final de estos jardines se encontraba el palacio de Napoleón, hoy convertido en el Louvre, pedazo palacio, el de nuestras protagonistas se queda a la altura del betún para que os hagáis una idea cualquiera de nuestros palacios de 80 o 90 metros cuadrados es una simple habitación del majestuoso palacio, convertido hoy en el museo más grande del mundo "el Louvre".
Las princesas decidieron aposentarse en un rincón de los jardines de la Tulleria para deleitarse con algún manjar, pues era la hora de la comida y el trajín les había abierto el apetito, tras reponer fuerzas decidieron emprender la marcha por las orillas del Sena las cuales están plagadas de libreros.
El Sena, río vertebrador de París, sin él París no seria lo que es. El Sena es un río mágico, por él pasan miles de barcos y lo atraviesan miles de puentes que piden un receso en el camino para contemplar sus vistas desde ellos, cualquiera de todos es bueno para tomar una foto.
Nuestras protagonistas terminaron la tarde en el barrio latino, tomando unas cervezas, barrio donde el bullicio es constante y sus calles están llenas de gente venidas de todos los reinos imaginables. El ambiente del barrio latino les atrapó y decidieron hacer de él su centro neurálgico de cerveceo y cenita.
Por la noche como es costumbre en París, el batonbus, barco que las paseó por el Sena admirando "París la nuit", impresionantemente bella, más si cabe que por el día, desde luego si algo tiene París es encanto y te aseguro que te enamoras de ella desde que llegas y el paseo en el batonbus, es el sumum del enamoramiento parisino.
PARIS JE T'AIME
Para ser el primer día no estuvo nada mal, nuestras protagonistas vieron París a fondo y regresaron a sus aposentos cansadísimas de observar tanta belleza y majestuosidad, por lo que cayeron rendidas nada más apoyar sus cabecitas sobre las almohadas.
Contunuará ...
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